Edifil 3785/8. Serie Castillos Españoles. 4 valores. **2001

Descripción

Edifil 3785-3788. Serie Castillos Españoles. 4 valores ** 2001

Castillo de la Zuda, Tortosa (Tarragona)

Considerado uno de los principales monumentos históricos de Tortosa junto con la catedral y los Reales Colegios, el castillo de San Juan, conocido como el castillo de la Suda, es un testigo clave del pasado andalusí de la ciudad. Además, conserva la única necrópolis islámica a cielo abierto de Cataluña.

Fue construido en el siglo X bajo el califato de Abderramán III, encima de una antigua acrópolis romana. A pesar de la altura, un enorme pozo excavado dentro del recinto bajaba a buscar el nivel del Ebro para abastecer la fortaleza de agua.

Tras la conquista de Tortosa en manos de Ramón Berenguer IV en 1148, el castillo se convirtió en prisión. Fue propiedad de los Montcada y de los Templarios y fue la residencia preferida del rey Jaime I de Aragón. Además de palacio real, ha sido también el tribunal de justicia. Actualmente alberga un parador de turismo.

De la época islámica, además del cementerio musulmán de gran importancia, se conservan el trazado y los basamentos de las murallas y también el pozo. Éste está formado por galerías subterráneas que acogían un molino y dos hornos.

El legado medieval se puede ver en algunos ventanales góticos, la nave del polvorín y el patio de armas. Aún así, pasa desapercibido ya que en los siglos XV y XVII el castillo sufrió muchas modificaciones por motivos defensivos.

Castillo del Cid, Jadraque (Guadalajara)

Su arquitectura revela ya, por sus características, el incipiente renacimiento español, por influencia italiana. Es un castillo palacio residencial, del siglo XV, y uno de los últimos de este tipo erigidos en España.

Una inmensa fortaleza de casi cien metros de longitud, de la que ha desaparecido la Torre del Homenaje, usada como cantera. Las torres no sobresalen de su muro, como corresponde a los castillos pensados para sostener fuego de artillería. Majestuoso, su muro exterior y su área residencial hablan de la influencia italiana, y su aspecto general de los robustos castillos de meseta típicamente castellanos.

Su primer propietario, y quien ordenó la reforma por la que adquiere su aspecto actual fue Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, conde del Cid e hijo primogénito del cardenal Mendoza. El castillo era un símbolo destinado a mostrar la grandeza de los Mendoza, y su supuesta descendencia del propio Cid Campeador -una aspiración de la mayoría de las familias nobles de la época-. Pasaría a formar parte de las posesiones del duque del Infantado. Hoy pertenece al ayuntamiento de Jadraque.

Castillo de San Fernando, Figueres (Girona)

Situada sobre una colina, al final de la subida del Castillo, es una fortaleza baluardada de grandes dimensiones construida durante el siglo XVIII siguiendo el proyecto del comandante del Cuerpo de Ingenieros Juan Martín Zermeño. Ocupa una superficie de 32 hectáreas con un perímetro de 3.120 metros, y en las cisternas, situadas debajo del patio de armas caben 9 millones de litros de agua. El castillo de Sant Ferran, que tenía una capacidad para 4.000 hombres, constituye en la actualidad un legado patrimonial de primer orden, el monumento de mayores dimensiones de Cataluña y la mayor fortaleza de época moderna de Europa.

En julio de 1997 se abrió al público de forma regular con un servicio de visitas guiadas que muestran las características de la fortaleza. Por sus enormes dimensiones, por las sofisticadas técnicas constructivas aplicadas dentro de la ingeniería militar de la época, y por su excelente estado de conservación, la visita al castillo de Sant Ferran constituye una experiencia única.

Castillo de Montesquiu, Montesquiu (Barcelona)

El castillo de Montesquiu se encuentra dentro del Parque del castillo de Montesquiu ubicado en el Bisaura, en el límite norte de Osona. Espacio de paso entre las montañas del Ripollès y la llanura de Vic, el Bisaura se dibuja con campos de cultivos y prados de pasto, con ermitas, masías y castillos. Caminando por estos parajes, encontramos bosques de roble en las vertientes más soleadas y magníficas hayedos en las umbrías, rieras rocosas y bonitos saltos de agua escondidos. Y si subimos a algunas de las numerosas cumbres, disfrutaremos de unas vistas panorámicas inmejorables.

El Castillo de Montesquiu tiene, posiblemente, su origen en el enclave de un torreón de guardia que hizo edificar el conde Guifré I (El Pilós) , en el siglo IX. No es hasta mediados del siglo XIV, sin embargo, cuando el actual castillo pasa de ser un caserón destinado a la defensa, a convertirse en una residencia fortificada. Arnau Guillem de Besora es el primero de su linaje que habita el castillo.

En el siglo XVII, Lluís Descatllar, a pesar de residir en Barcelona, ​​amplía y ennoblece el casal. A él se debe la construcción de la capilla actual y la ampliación del sector Nordeste, además de otras actuaciones que significaron un importante cambio en la imagen global del edificio.

A principios del siglo XX, Emili Juncadella, figura representativa de la alta burguesía del momento, da al antiguo casal la apariencia de castillo que tiene en la actualidad y lo completa con los jardines. Pero la reforma de Juncadella oculta muchos vestigios de la evolución y anteriores ampliaciones del edificio.

Actualmente, y después de una intervención que ha conservado los testimonios arquitectónicos más significativos de los diversos períodos, el castillo ha recuperado su vínculo con el territorio y se ha integrado en el conjunto del Parque.

El Castillo de Montesquiu alberga exposiciones, un punto de información del territorio y organiza actividades culturales y salidas al medio natural.

El piso superior del Castillo de Montesquiu está acondicionado y equipado como Centro de Recursos y se desarrollan conferencias, jornadas y cursos o reuniones de trabajo, tanto por parte de empresas como entidades u organismos, ya sean públicos o privados.

Edifil 3785-3788. Serie Castillos Españoles. 4 valores ** 2001